Es una campaña que propongo a raíz de un comentario de uno de mis estu diantes, específicamente se refería a si era más provechoso para su futuro ejercicio profesional invertir su dinero en especializaciones y maestrías relacionadas con el cuidado y manejo de la superficie ocular, o por el contrario adquirir equipos de última tecnología que le brindaran todos los datos necesarios para un diagnóstico acertado.
A la conversación se unieron un docente de otro programa de la facultad de salud y uno de sus estudiantes, lo que hizo aún más interesante y diverso el debate. Por un lado, los argumentos eran que la tecnología ha avanzado tanto que no es necesario poseer un conocimiento profundo sobre los aspectos fisiopatológicos de las enfermedades de superficie ocular; por otro lado, estaba la evidencia que demuestra que sin el análisis clínico certero, el paciente no será bien manejado y por tanto los equipos biomédicos de última tecnología serán subutilizados.
Esta discusión constructiva se prolongó por varios minutos antes, pero surgió un cuestionamiento muy interesante por parte de uno de los participantes, la frase fue dura, crítica y confeso que me dio una especie de dolor gremial al escuchar lo siguiente “tengan o no la tecnología cuando yo he ido a consulta, veo que no usan todos los equipos”. El trasfondo de esa frase es una alerta para quienes no hacen la tarea con conciencia ética y clínica: poseen los recursos biomédicos e instrumentos diagnósticos necesarios para una consulta integral de superficie ocular y sin embargo no los utilizan ¿Tendrán además una ausencia de conocimiento que los lleve a este desperdicio de recursos? La discusión cerró con un acuerdo, el uso óptimo de las tecnologías disponibles implica que el profesional invierta en conocimiento, de esta manera una cosa va ligada a la otra.

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Amigo lector, sé que si usted se toma el tiempo para leer esta editorial y los artículos de esta revista, hace parte del grueso grupo de profesionales conscientes y dedicados con su labor, aquella población que ama su oficio; por lo mismo le pido un favor, adopte a ese colega, a ese amigo que se ha
desviado del camino, hágale ver lo interesante que es observar con detalle
cada estructura de la superficie ocular con una lámpara de hendidura, lo
mucho que se aprende sobre la morfología ocular analizando con un OCT
de segmento anterior, los problemas que se puede evitar si le envía al paciente un recuento endotelial, etc. Puedo llenar esta editorial de argumentos, pero me interesa principalmente que le haga entender a su nuevo amigo adoptivo que entienda que, aunque sus colegas no estén observando su forma de atender sus pacientes si lo hacen, pacientes que seguramente al recibir una consulta completa, jamás volverán.

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