Ingrid Sulay Tavera, OD. Editora Área Baja Visión

El bienestar de los niños es prioridad en los planes de acción local, regional y mundial donde se busca su protección contra la violencia y explotación, su garantía en el acceso a servicios de salud, nutrición, educación y el disfrute de un entorno seguro que le ofrezca calidad de vida; por esta razón, para garantizar ese bienestar y calidad de vida también se ha hecho necesario priorizar la atención de su salud visual y ocular como eje fundamental en los procesos de aprendizaje y desarrollo integral. El pronóstico de pérdida de visión en América Latina y el Caribe para el 2020, estuvo orientado al aumento de un 12% (a partir del 2015) correspondiente a 132,33 millones de personas, donde los errores de refracción no corregidos siguen siendo una de las causas de discapacidad visual evitable.1

De esta manera, cuando un niño tiene dificultad para reconocer el rostro de los padres, presenta antecedentes de prematuridad, infección materna, tiene alteración del reflejo pupilar, fotofobia, movimientos oculares anormales, postura anormal de la cabeza, alteración de la anatomía ocular o bajo rendimiento escolar, se debe reconocer que se está frente a indicadores de posibles alteraciones a nivel visual u ocular que requieren una atención inmediata, que debe superar las barreras relacionadas con una remisión oportuna y el acceso a un tratamiento para evitar llegar a un compromiso visual que sea irreversible.

Es así como los profesionales de la salud visual tenemos un campo de acción que se hace prioritario en la identificación de los casos de baja visión en edades tempranas y en el reconocimiento de los casos que requieren de un manejo multidisciplinario. Es por ello que se necesitan más profesionales formados para trabajar por los niños con baja visión, un campo de acción sensible e inspirador dado el impacto desde diferentes ámbitos que genera la discapacidad visual en el niño y en la familia.

Un niño con baja visión no es un niño ciego, la recepción de estímulos visuales están presentes aunque lleguen en menor cantidad, por eso se requiere de acuerdo a su edad, la evaluación de las funciones ópticas (0-4 meses): fijación, enfoque, seguimiento, cambios de atención; de las funciones óptico-perceptivas (4-24 semanas): discriminación de color-forma, figura-forma, relaciones espaciales, coordinación visomotriz; y de las funciones perceptivas (2-7 años): interpretación, construcción, identificación, siendo esta la etapa en la que se da sentido a lo visto y se construye la memoria visual. La detección temprana nos ayuda a hacer un manejo oportuno frente a un retraso en el desarrollo psicomotor, cognitivo, lingüístico, social y frente a la dificultad en procesos de lecto-escritura, incluso frente a riesgos de accidentes entre otros aspectos.

Por otra parte, hay otro proceso muy importante que requiere una identificación oportuna para un manejo a temprana edad y es hacer intervención en el canal visual comprometido para lograr la eficiencia visual y este proceso corresponde a la estimulación visual en niños con baja visión, donde se enseña al niño a incluir su canal visual en su desarrollo. La estimulación visual tiene unos postulados que se deben tener presentes donde se destacan: el desarrollo de la capacidad visual en un niño con baja visión no se da de forma espontánea, la capacidad visual no está determinada por la agudeza visual, ni se relaciona con el grado o tipo de lesión y finalmente; la capacidad visual se puede desarrollar a través de programaciones secuenciadas.2

Este es un campo de acción prioritario; la atención de niños con baja visión requiere de un equipo multidisciplinario, necesita más acciones educativas donde padres de familia, cuidadores, educadores, profesionales de medicina, pediatría, enfermería puedan reconocer en los niños los signos que indican la necesidad de una atención prioritaria y, por supuesto, es un campo de acción que necesita más profesionales de la salud visual dispuestos a prepararse y a trabajar en equipo.

REFERENCIAS

1.Leasher JL, Braithwaite T, Furtado JM On behalf of the Vision Loss Expert Group of the Global Burden of Disease Study, et alPrevalence and causes of vision loss in Latin America and the Caribbean in 2015: magnitude, temporal trends and projections. British Journal of Ophthalmology 2019;103:885-893.

2. Proyecto Miren Latinoamérica. Curso Baja Visión en niños abril 2021

LOS PROFESIONALES DE LA SALUD VISUAL DEBEMOS IDENTIFICAR LOS CASOS DE BAJA VISIÓN EN EDADES TEMPRANAS Y RECONOCER LOS CASOS QUE REQUIEREN DE UN MANEJO MULTIDISCIPLINARIO

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