Cristian Mauricio Gómez V. Periodista Grupo Franja Contenidos contactología y segmento anterior

Nuestro invitado es un optómetra, exitoso empresario, reconocido clínico y a la vez excelente vendedor quién pasa la mayor parte de su tiempo dentro del consultorio de una de sus ópticas en la ciudad de Barranquilla. Desde antes de iniciar la carrera de Optometría, visualizó las oportunidades que se podrían abrir con la naciente profesión, después que se graduó, abrió su primera óptica, pocos años después un laboratorio óptico y a través del tiempo construyó una gran reputación clínica, así como más sucursales de su óptica.
Teodoro Tarud mencionó de manera frecuente la palabra ética como uno de los pilares para lograr sus objetivos, mantenerlos y fortalecerlos por más de 40 años. “Hacer un trabajo bien hecho, es la mejor manera para obtener beneficios en el futuro y tener sensación de satisfacción en el presente”.

Franja Visual (F.V.): ¿Por qué eligió ser optómetra?
Teodoro Tarud (T.T.): Mi padre fue medico cardiólogo, yo quería seguir sus pasos, pero él insistía en que ninguno de sus hijos estudiara medicina. Él sentía que los médicos y más aún cardiólogos tenían una gran responsabilidad, con muy poco tiempo para su vida personal, con bajos ingresos porque en esa época el cardiólogo vivía de su consulta y con poco reconocimiento. Un día me dijo: “Acaban de abrir una facultad de Optometría en Bogotá, no es conocida, pero tiene ventajas que te pueden gustar: es clínica, horarios normales, responsabilidad diferente a la nuestra y al mismo tiempo comercial”. Expuso argumentos que me motivaron a viajar a Bogotá y registrarme en la reciente propuesta de La Salle.


F.V: ¿Cómo fue su vida de estudiante?
T.T.: Fui un bien estudiante desde el bachillerato y así fue durante la universidad. Siempre me ha gustado leer y estudiar, lo cual facilitaba todo, porque los estudiantes de esa época estudiábamos en la biblioteca, exprimiendo los pocos libros disponibles y generando conocimiento con el profesor. Le tomé gusto a la Optometría desde entonces. Me divertía jugando béisbol, pues hice parte de la primera selección de este deporte de la universidad. Lo único malo es que soy caribeño puro y no lograba adaptarme al frio y el ambiente bogotano. Así que tenía claro, tan pronto como me graduara viajaría a Barranquilla a abrir una óptica para atender mis pacientes y tener una vida tranquila.

F.V.: ¿Qué pasó una vez que llegó a su ciudad Barranquilla?
T.T.: Había un campo muy amplio para trabajar, pues había pocas ópticas. Así que empecé a crear mi espacio, lo primero que tuve que hacer fue dejarme el bigote y hasta ahora me acompaña, pues no creían en mis conceptos clínicos por la cara de estudiante que tenía. Con el apoyo de mi padre adquirimos los equipos de diagnóstico de una muy buena marca y en 1975 abrimos la primera óptica con resultados muy buenos. Pero no estábamos satisfechos con los lentes oftálmicos que entregábamos en ese momento, pues se demoraban mucho tiempo, la calidad no era la que queríamos y tampoco la variedad. Había muy pocos laboratorios ópticos en el momento y tenían mucho trabajo.

F.V.: ¿Entonces creo su propio laboratorio?
T.T.: Si, en 1976 tomamos la decisión de hacerlo pues teníamos una muy interesante cantidad de trabajos diarios en la óptica y necesitábamos mejorar en todo el tema de los lentes. Investigué sobre las opciones, envié cartas a diferentes empresas y quedé de visitarlos. Así que aprovechamos junto con mi esposa, en 1977 nos casamos, para hacer coincidir los lugares de luna de miel con la sede de las empresas donde había equipos para laboratorio. La mitad de nuestra luna de miel fue viendo hermosas máquinas de laboratorio (risas).
Creamos el laboratorio óptico, con lo mejor que había en el momento. Máquinas muy eficientes con una capacidad de producción mucho más alta de lo que nosotros en la óptica mandábamos. Así que poco a poco fuimos ampliando nuestros servicios a todos los colegas y amigos, hasta ampliar nuestra oferta en todo el país.


F.V.: ¿En esa época el principal material era vidrio?
T.T.: Si, era prácticamente el único material para lentes. Pero en algunas partes de EE.UU. se empezaba a hablar de plástico y tan pronto como pudimos empezamos a usarlo en nuestro laboratorio, al tiempo que también adquiríamos maquinaria para procesarlo. Ya en esa época se hablaba de progresivos y trajimos desde Brasil los primeros lentes.


F.V.: ¿Cuándo empieza a crear su cadena de ópticas?
T.T.: Es muy interesante, había grandes oportunidades porque había muy pocas ópticas en la costa colombiana. Así que nos propusimos atender el territorio, entonces, empezamos a montar ópticas en algunas ciudades como Cartagena, Santa Marta y otras zonas de Barranquilla. Quisimos abrir en ciudades más pequeñas, pero los optómetras no querían vivir es esas zonas y como nuestra propuesta está basada en la atención y experiencia del optómetra, pues no pudimos.
En la actualidad tenemos un grupo de 14 ópticas con una oferta lejana de las promociones y regalos, trabajamos mucho en fortalecer la asesoría del optómetra y el asesor.


F.V.: Laboratorio óptico y una prometedora cadena de ópticas ¿Qué siguió entonces?
T.T.: Mi práctica fue tomando prestigio con base en el buen análisis visual y ocular, modelo que replicamos en la medida que abríamos tiendas. Esto se fortaleció con una propuesta de locales atractivos, buenas marcas de monturas y adaptación de lentes de contacto. Al mismo tiempo iba creciendo la competencia, más tiendas, más productos y diversidad de precios, lo cual es parte del comercio. Pero de un momento a otro, cuando todos estábamos trabajando bien, apareció una estrategia nefasta para el futuro de la óptica y Optometría en nuestro país, regalar la consulta para motivar la compra de anteojos. Registro que la propuesta ofendió profundamente al sector en general, pero irónicamente se fue volviendo viral y entonces llegó la corrupción del sistema, las leyes éticas se olvidaron, el valor del ser cambió a un par de ojos a los que se les buscaba un problema refractivo, la ciencia fue reemplazada por el comercio, las estrategias de regalo pasaron también a los productos y construimos lo que hoy es nuestro sector.


F.V.: Un registro triste y entonces ¿qué debe pasar?
T.T.: Para cambiar nuestra actividad y alcanzar el éxito debemos volver a los principios que son simples y a la vez fundamentales: el primero, disfrutar lo que uno hace, de lo contrario estás arruinado emocional o económicamente hablando. La segunda es tener disciplina y mantenerla en el tiempo, porque es lleva a la perfección. En la consulta, por ejemplo, disciplina es seguir siempre el protocolo de atención, es la única manera de asegurar un examen que detecte problemas o potenciales anormalidades. En la óptica es tener claro funciones, procesos y modelos y seguirlos con disciplina. Y la tercera, tener buen estado físico, el ejercicio ofrece un equilibrio mental, capacidad para trabajar duras jornadas y trabajar tan bien el último paciente como el primero. Estos tres puntos se sostienen por el pilar de la ética profesional.


F.V.: ¿Cómo ve el futuro?
T.T.: La creatividad, las campañas, lo digital, la competencia, etc. son bienvenidos si se sustentan en la ética. Por ejemplo, tenemos 40 años con clientes del laboratorio, que son colegas y competencia. Tenemos una relación clara, sana, muy interesada en ellos y a partir de allí hemos construido grandes relaciones de amistad. Ahora mismo tenemos que trabajar con pasión, hacer excelentes exámenes oculares y visuales, ofrecer productos realmente de alto valor y dejar de degradar el prestigio de la actividad con descuentos, regalos o combos.
Debemos retomar la ética es la única forma de prosperar. Propietarios y especialistas debemos llevar a un nivel profesional nuestra actividad, dejar de pensar solo en el comercio. Los estudiantes deben tener presente que el futuro está asegurado con un excelente trabajo en el presente.

Open chat
Hola
¿En qué podemos ayudarte ?