Aquellos casos de pacientes que regresan al consultorio con la queja “no me adapto, no me siento bien con estos anteojos”, son más comunes de lo que quisiéramos. Unos más enojados que otros, reportan que tenían una mejor visión, sensación y comodidad con sus anteojos anteriores. Esto significa un reproceso (esfuerzo adicional), en otras palabras, hubo una falla en algún momento del flujo productivo de nuestro proceso, ese flujo que se maneja en cualquier proceso de la producción de bienes y servicios (descrita en la nota editorial anterior) y el nuestro de la salud visual también lo tiene. De ahí la importancia de ampliar el conocimiento técnico sobre lentes oftálmicos y ser capaz de predecir los efectos fisiológicos adversos inducidos y percibidos por el cliente o paciente en el momento de la prescripción, indicación o pedido al laboratorio. Esta tarea es un arte que puede contener la clave del éxito en el uso de los nuevos anteojos indicados. Un paciente insatisfecho sin lugar a dudas genera problemas que se pueden agrandar y disminuir la calidad de vida de todos en el equipo de trabajo.

Cierta vez un paciente en busca de solución para su problema, llegó a consultar a varios expertos, incluso neurólogos. Cuando se dio cuenta que se trataba de un problema refractivo y falta de experiencia de uso, hizo el siguiente comentario: – ¿Tendré que hacer un curso para entender, comprar y usar los anteojos? Este episodio retrata la complejidad y evolución de los lentes oftálmicos, por eso el profesional que prescribe debe actuar como un educador en el proceso.

Otro caso, muy común, me llamó la atención, cuando le presentamos al paciente el valor de su inversión en lentes y monturas para corregir su defecto refractivo, este comento:

“¿Tengo necesidad de usar algo así?” “Porque la inversión es alta, esas gafas de marca, con lentes talladas por “n” procesos, cuya superficie parece ser tratada como una prueba de bomba atómica (…)”, esas fueron las palabras textuales del consumidor. Los ejemplos anteriores, reales, se centran en la expectativa que genera la inversión.

El impacto de los lentes oftálmicos puede ser medido matemáticamente, lo que hace que la óptica oftálmica sea una ciencia en permanente estudio. Entre los efectos adversos inducidos y previsibles por el uso de los lentes se encuentran: 1-alteración del campo espacial de visión; 2 – distorsión del campo espacial en determinados ejes o sectores, dependiendo del tipo y el mecanizado de los lentes; 3- alteración de la perspectiva binocular y dominancia de uno de los ojos; 4- rivalidad en las imágenes de la retiniana del ojo derecho y el izquierdo; 5- Fenómenos indeseados por brillo y reflejos secundarios; 6- efectos ópticos producidos por el índice de refracción del material; 7- efectos estéticos que comprometen la armonía del rostro y mecánicos como fricción, peso, espesor.

En esta edición comenzaremos con la alteración del campo espacial de visión; siempre que ocurre una perturbación en el ambiente causada por un reflejo o iluminación directa, nuestros ojos se mueven hacia el objeto, enfocando y orientando la imagen para hacerla coincidir con la visión central de apenas 1,5 mm, la fóvea. El resto de la imagen se proyecta en la visión periférica. Los lentes oftálmicos reducen el campo visual limitando el movimiento de rotación de los ojos, induciendo al cuello a trabajar más. Conocer la actividad principal del paciente, estar atento a la anatomía del rostro como: nariz, pestañas, mejillas en función de la curva base a ser trabajada, centrado y distancia vértice, ayuda en la prevención de los signos y síntomas en la adaptación. En el próximo capítulo estaremos abordando los otros efectos adversos que se pueden presentar con el uso de lentes oftálmicos prescritos, con el objetivo de evitarlos o reducir su impacto.

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