Durante los últimos años hemos visto un interés creciente en los lentes de contacto especiales. Indudablemente estos lentes, tanto blandos como rígidos, han sido y serán un alivio a condiciones oculares que antes no tenían solución.

La pregunta es si son realmente un buen negocio en un mundo donde existen más de 4.200 millones de personas que necesitan algún tipo de compensación o corrección visual, de los cuales aproximadamente 2.500 millones no han sido corregidos. Esto es una realidad.

Otra realidad sorprendente es la evolución continua de los lentes de contacto en sus materiales, diseños y óptica. Es maravilloso presenciar los desarrollos y transiciones por ejemplo en la evolución de ópticas simples a lentes con profundidad de foco extendida (EDOF), lentes con geometrías periféricas simétricas a periferias con sectores específicos de elevación y el desarrollo de materiales con valores DK elevados que pensábamos no se alcanzarían. Toda esta evolución es el resultado de la necesidad de aliviar con precisión y comodidad muchas condiciones oculares que así lo requieren.

Los lentes de contacto rígidos que pensábamos hace unos pocos años atrás que estaban obsoletos, vemos su resurgimiento maravilloso, su uso y aplicación en casos que ya se habían descartado. Entonces, ahora tenemos blandos y rígidos especiales con la posibilidad de adaptarlos literalmente en cualquier caso. Esto ha atraído el interés de los profesionales hacia los lentes especiales y por tanto la mayoría de actividades académicas se concentran en esta área y en las nuevas posibilidades de adaptación.

Sin embargo, cuando tengo la oportunidad de conversar con adaptadores, actores de la industria y fabricantes encuentro una discrepancia entre la realidad y la práctica. Las adaptaciones con lentes especiales no son tan frecuentes como se esperarían, y al mismo tiempo nos hemos alejado de la capacitación y adaptaciones con lentes “no especiales”. Los casos, simples o complejos, no están siendo manejados frecuentemente con lentes de contacto, privando así a millones de personas la posibilidad de mejorar su calidad de vida.

El problema que se desprende es complejo, si el profesional deja de promover el uso de lentes de contacto, el consumidor puede asumir que no somos el lugar adecuado para adquirirlos y se abre una brecha entre la realidad y la oportunidad. Ante la necesidad continua de consumo de lentes de contacto, los usuarios buscan suplir su necesidad al menor costo. Para los usuarios, el menor costo de lentes “no especiales” lo encontraron en un medio que incomoda a muchos profesionales: Internet.

De por sí, los lentes de contacto “no especiales” son un buen negocio; los modelos de comercialización basados en ventas por internet lo están demostrando con sus cifras de ventas y con la conquista de nuevos mercados. Esta forma de comercialización surgió de la solución a un problema que afectaba a los usuarios regulares y mientras exista una demanda, nacerán iniciativas de ofertas. En el caso de los lentes “especiales”, la oportunidad puede estar polémicamente desperdiciada.

Ayudamos a las personas a ver mejor, con seguridad y comodidad con lentes de contacto “especiales”, pero olvidamos que los lentes de contacto son un negocio del que no debemos estar ajenos, si no tomamos el beneficio de esta oportunidad y la desperdiciamos, podríamos en un tiempo no lejano presenciar a los usuarios comprar también lentes “especiales” por Internet.

 

 

 
 
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