FÍSICO ARGENTINO ENAMORADO DE LA ÓPTICA Y OPTOMETRÍA

Gabriel Martín

Gabriel Martin, físico argentino, recién egresado enfrentó el reto de crear un modelo que le permitiera medir la cantidad de oxígeno atrapado entre el LC rígido y la superficie corneal para mejorar las adaptaciones. Su investigación lo llevó a involucrarse de manera apasionada con la Optometría y Óptica, entender el sistema óptico y su relación con el tejido ocular, y desde entonces, hace más de 25 años, ha desarrollado tecnología para conocer la topografía corneal, la oximetría retinal, las aberraciones ópticas, la biomecánica corneal y el diseño de lentes digitales, entre otros adelantos. El diseño original por el que fue contratado se convirtió en una serie de avances para entender mejor el sistema ocular. Sus desarrollos impactaron positivamente a importantes empresas internacionales desarrolladoras de tecnología en el área de la salud ocular y rápidamente implantaron sus propuestas a sus equipos.
Esta es la historia de un físico apasionado por la Optometría y la Óptica, que desde Argentina ha evolucionado la interpretación del sistema ocular y el desarrollo de diseños para lentes oftálmicos. Por ejemplo, para medir el alcance y el impacto de su trabajo, una de las empresas para la cual trabaja, recibió en el 2021 el premio al mejor producto del año en el área de la oftalmología por el desarrollo de un novedoso tonómetro cuyo modelo matemático fue hecho por Martín.

Franja Visual (F.V.): ¿Quién es Gabriel Martin?
Gabriel Martin (G.M.): Tengo 54 años, soy licenciado en Ciencias Físicas de la Universidad de Buenos Aires, me he involucrado en proyectos de investigación y desarrollo de instrumental oftalmológico, inicialmente en Argentina y luego resulté trabajando para empresas de Japón, Estados Unidos y luego otras regiones del mundo. Soy casado, tengo un hijo y mi mente no para de pensar en cómo evolucionar la tecnología en el área de la óptica y la salud ocular.

(F.V.): ¿Por qué empieza en el mundo de la óptica?
(G.M.): Hace más de 25 años, trabajé para el Laboratorio Pförtner en el desarrollo de un modelo matemático para medir la cantidad de oxígeno en la cámara que se forma entre el lente de contacto rígido y la córnea. Rápidamente concluimos que la saturación de oxígeno era altamente dependiente del volumen de lágrima retenida en la cámara. Por tal motivo, el desafío pasó a ser la geometría de la superficie de la córnea y medir el volumen de lágrima atrapada con la superficie del lente. Por tanto, iniciamos el desarrollo de un modelo latinoamericano de topógrafo corneal. Así empezó mi historia en este sector que aprecio mucho.

(F.V.): ¿Crear un topógrafo corneal?
(G.M.): Si, aunque había algunos en el mercado, no arrojaban la información que necesitábamos. Además sus algoritmos no eran públicos. Así que me dediqué a desarrollar un algoritmo matemático que me permitiera, partiendo de las imágenes de los anillos de Plácido reflejados sobre la córnea, calcular radios de curvatura. Así llegué al principio de Fermat de tiempo extremo para recuperar radios de curvatura tanto axiales como tangenciales. Y a los pocos meses creamos un prototipo funcional.

(F.V.): ¿Qué pasó con su prototipo?
(G.M.): Sucedió una feliz casualidad, en el año 1999, exhibimos, nuestro equipo en un congreso de contactología en Argentina. Estábamos muy orgullosos haciendo demostraciones, cuando un señor de rasgos asiáticos me pidió que le hiciera una topografía. Le tomé el examen, le mostré y le conté lo que encontramos en su córnea. El analizaba, afirmaba con su cabeza, preguntaba y después de la conversación me dice, “Lo felicito, mucho gusto, soy el director de una empresa japonesa fabricante de tecnología médica” se trataba de una muy reconocida empresa internacional que no había logrado desarrollar su topógrafo y me preguntó si estaba interesado en hacer algo en común.

(F.V.): ¡Qué momento tan interesante e importante!
(G.M.): Fue increíble, ya que todos tenemos la idea de Japón como un país tecnológico y muy avanzado, que de hecho lo es. Lo interesante es que una persona de Japón, viniera hasta Argentina a buscar alguien que le pudiera dar tecnología. Al día siguiente tuvimos una reunión con los propietarios y el presidente de la empresa japonesa. Inicialmente nuestra postura fue tibia, pues pensamos que solo era esa reunión y nada más, no teníamos mucha expectativa.

(F.V.): ¿Qué pasó después de esa importante reunión?
(G.M.): Los avances fueron grandes, se habló de tecnología, aplicación en Japón, viajes, etc. Acordamos enviar nuestro prototipo completo al Japón, topógrafo, computadora y software. Efectivamente lo hicimos a finales de 1.999 y, al mismo tiempo, fui diseñando una versión del topógrafo de cono pequeño para cubrir más área de córnea y un diseño más moderno en ese momento.

(F.V.): Antes de enviar su propuesta, ¿ya habían vendido los derechos de este primer instrumento?
(G.M.): No vendimos nada, acordamos que si el equipo era exitoso, un porcentaje pequeño de las ventas por su comercialización iba para nosotros como desarrolladores de la tecnología. Fue una jugada muy arriesgada y un poco inconsciente por ambas partes, nosotros porque no firmamos nada y ellos porque hicieron una inversión aún más fuerte para desarrollar un equipo más moderno y aún no había certeza de que el nuevo diseño funcionara correctamente.

(F.V.): Una aventura empresarial arriesgada sin lugar a dudas
(G.M.): Si, primero llegó el equipo y luego viajé yo. Tan pronto como llegué al aeropuerto, el presidente de la compañía me llevó a la empresa en Nakano, un pueblo cerca de la Ciudad de Nagano. Ese mismo día nos reunimos con tres ingenieros más. El objetivo era hacer el “maridaje” entre el software nuestro y el hardware que ellos habían desarrollado bajo nuestra indicación. Fueron momentos tensionantes, porque el primer día no funcionó debido a problemas matemáticos. El segundo día, tenía la solución, logré arreglarlo y empezamos a tomarnos medidas entre todos, ellos estaban fascinados, todo terminó muy bien. Así que la siguiente noticia fue “Gabriel, dentro de 10 días se realiza MIDO en Milán, vamos a lanzar el topógrafo allí” y así comenzó una historia que aún se mantiene.

(F.V.): ¿Qué siguió para usted y su topógrafo?
(G.M.): En 2001 se lanzó internacionalmente, después el mismo instrumento se comercializó bajo otras marcas de Europa, Estados Unidos y Argentina. Es un equipo exitoso que se ha vendido por años en el mercado mundial. Al mismo tiempo, en el año 2003, la compañía japonesa, me pidió dar entrenamiento a una empresa de los Estados Unidos que quería vender el topógrafo con su marca propia, esta empresa primero me contrató como consultor “part time” y después tiempo completo como investigador, por lo que dejé de trabajar con la empresa japonesa. Mi primer trabajo allí fue apasionante. Se trataba de desarrollar un oxímetro de retina basado en un tipo muy especial de cámara fotográfica cuya tecnología era aplicada tanto a la astrofísica como a la inteligencia militar, por ejemplo, se puede usar para estudiar qué tipo de combustible sólido usan otros países para sus cohetes. El desarrollo fue inicialmente en conjunto con un grupo del Jet Propultion Laboratory de la NASA. Desde ese momento hasta la actualidad he trabajado en muchos proyectos con mayor o menor protagonismo. El último de ellos consistió en desarrollar el software y el modelo físico-matemático de un tonómetro de rebote con capacidad de medir presión intraocular y propiedades biomecánicas de la córnea. Como yo no quería vivir en Estados Unidos, he estado trabajando por tiempos, una temporada en USA y otra en Argentina, hasta el día de hoy.

(F.V.): En Franja hemos registrado sus avances. Sabemos que los últimos años también ha desarrollado algoritmos para diseños de lentes digitales.
(G.M.): Es algo raro porque yo no tenía suficiente conocimiento en esta área, pero en el año 2008, Mauro Stabile, CEO de la empresa NOVAR de argentina, me contactó para diseñar lentes progresivos. Así que esta propuesta se convirtió en un reto para mí, tenía que pensar en cómo crear un modelo matemático para diseñar lentes progresivos que, mediante un software, alimenten un torno CNC conocido como Free Form. Yo solo no podía, así que contacté a la Dra. Silvia Comastri, física argentina con mucha experiencia en el campo de la óptica; con ella ya habíamos trabajado juntos. Le hice la propuesta y en 5 meses sacamos un modelo matemático bastante original, ya que este trabajaba en el continuo en lugar de trabajar sobre algunos puntos discretos del lente. Una vez que estuvo el modelo matemático terminado empezó el proceso de implementación de un software, hecho por gente especializada en este campo.
Ya para el año 2014 se hicieron pruebas clínicas y en el año 2015 se lanzaron los lentes al mercado local de Argentina. Realmente fue un éxito, así que el año 2016 ofrecemos la tecnología de diseño al mundo.

(F.V.): Durante todo este tiempo ¿qué pasó con su vida personal?
(G.M.): Tengo una familia argentina clásica, somos felices con mi esposa y mi hijo. Mi esposa ha asumido las labores de la casa muy bien, por ejemplo, ella sola hizo la mudanza a una nueva casa mientras yo estaba fuera, cuando llegué todo estaba listo. Así nos pasa con diferentes cosas. Ella es óptica técnica, fue mi alumna a principios de la década del 90 y actualmente también es diseñadora de paisajes.
Por su parte, mi hijo desde muy pequeño se acostumbró a que su padre trabajara fuera de casa por tiempos, así que lo ve muy normal.

Esta entrevista hace un registro corto de lo que Gabriel Martin le ha aportado a la evolución de la ciencia y la tecnología en el área de la salud visual y la óptica oftálmica. Gabriel es un científico joven con una capacidad muy grande de producción intelectual, quien sigue conspirando, en diferentes áreas, acerca de cómo crear más y mejor tecnología que incremente la calidad de vida de millones de personas.

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