ANDRÉS SOLÓRZANO BERNAL
Docente programa de Optometría, Facultad de Salud,
Universidad del Área Andina, Seccional Pereira

CASO CLÍNICO
Asistió a consulta un paciente de aquellos que más me gusta atender: gente de campo, humilde, sencilla y sobre todo bastante receptiva a los tratamientos indicados.
Su remisión oportuna indicaba un defecto corneal que no evolucionaba de manera satisfactoria en el ojo derecho. Sus antecedentes oculares más importantes: iridotomía bilateral por cámaras estrechas hace varios años. En el resumen de historia se reportaba tinción corneal en 6 a 12 zona horaria que no mejoraba con el uso de lubricantes, específicamente con hialuronato de sodio y el paciente ya se estaba complicando.
Hago las valoraciones previas de rutina (AV, reflejos pupilares, oftalmoscopía, etc) y luego procedo a evaluar el ojo derecho donde se evidencia un edema corneal marcado de 6 a 12 zona horaria, además de estrías en estroma lo que indicaba un proceso crónico; adicional a lo anterior al aplicar fluoresceína, esta se adhería especialmente en esa zona pero no formaba un patrón de tinción convencional. En este momento la mente empieza a considerar un sinnúmero de posibilidades ya que los hallazgos pueden llevar fácilmente a un diagnóstico errado.
El edema corneal se genera por el ingreso de líquido al estroma corneal, generalmente porque las barreras endoteliales y/o epiteliales se alteran y lo dejan filtrar en una cantidad que supera la regulada. En este caso, lo más seguro es que ante el antecedente de iridotomía, el paciente ha tenido picos de presión intraocular elevados que han generado ese edema. Bajo esa hipótesis se envía curva de presión intraocular, arrojando los siguientes resultados:

En cuanto al espesor corneal el resultado fue:


¡Un dato sorpresivo! En contra de aquello que pensaba, la presión intraocular está normal, incluso en algunos momentos un poco más baja del estándar. Acá nuestras neuronas desarman el rompecabezas y empiezan a buscar otra explicación, si no es el endotelio, puede ser el epitelio. Se complementa la valoración con tinción de verde de lisamina y el patrón de fricción es completamente indudable.

El daño por fricción explica la alteración de los epitelios que componen la superficie ocular (córnea y conjuntiva). Si las células de estos epitelios no se encuentran en buen estado, la mucina no será sintetizada y por tanto la adherencia de la matriz lagrimal no será la adecuada. Ya identificada la falla y el posible origen del edema se procede a plantear el manejo del paciente.

Se debe tratar la enfermedad de ojo seco según los protocolos establecidos.
Tres meses después del inicio del tratamiento, el paciente llega a control totalmente recuperado; el éxito de ello se atribuye en un 80% a su rigurosa disciplina para seguir el tratamiento recomendado, se da de alta con tranquilidad y regreso a casa con la satisfacción de evitar un complicación anunciada y con una caja llena de frutas, uno de los mejores pagos que he recibido por mis servicios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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